sábado, 16 de febrero de 2008

Los hermosos chicos muertos II...




Per Ynvge Ohlin...





Jeff Buckley...


martes, 12 de febrero de 2008

Now I see why bunnies eat their young...

Si todos los productores de arte tuvieran la perspectiva mamona, histérica y reduccionista de muchos historiadores y críticos profesionales o amateurs del Arte, seguramente este ya no existiría...

"Se dirá que el Arte nuevo no ha producido hasta ahora nada que merezca la pena, y yo ando muy cerca de pensar lo mismo"

Ortega y Gasset josé, La Deshumanización del Arte y otros ensayos estéticos, Revista de Occidente, Madrid (y no, no me acuerdo del año... se los debo...)

Y es que desde hace realmente poco tiempo, a lo mucho desde el S XIX o S XX para acá (ojo, hablo desde la temporalidad misma del Arte) que la filosofía y la historia del arte pronostican el fin del el "Arte" con un placer casi morboso... curioso es que gente que no esta dentro de la disciplina (que no la ejerce, que no trabaja con ella, que nos mira desde afuera) presione tanto para ver "resultados" (para que nosotros los productores les "asombremos", les descubramos el "hilo negro", o les "digamos algo", que se yo...).

Y pareciera que la memoria de esta gente se olvida de como los procesos del arte han sido siempre tan irregulares... Los cambios de modelos estéticos o de maneras o técnicas en el arte han sido a momentos larguísimas, como en el medievo donde duraron siglos, o aceleradas como en el siglo XX, donde duraron décadas, estos cambios NUNCA han sido programables, o regulares, o han cumplido nunca las espectativas de nada o de nadie, y eso es justamente lo que hace al Arte un territorio de riesgo y de sorpresa, cuando pareciera que uno como productor ya esta pisando suelo firme (conceptual, técnicamente hablando), en un momento TODO se desplaza y otra vez nos sumergimos en territorios donde lo aleatorio es lo que rige la producción (puede ser que encuentres otros medios, que abordes en tu producción temas de las cuales nunca te habías ocupado, etc).

Esta memoria o historia de ciertos sectores, ahora se nos vuelve sospechosamente selectiva, no le interesa saber de procesos de discontinuidad, de metodos de producción, de metodologías del arte o de cambios y rupturas, de ritmos.

Con una altanería espeluznante, nos juzgan como juez y parte y lapidariamente enuncian el fin de la pintura, o se engolosinan con las nuevas tecnologías que "son lo de hoy", o en el más radical de los casos simplemente ignoran a miles de autores alrededor del mundo, los cuales están haciendo una multiplicidad de producciones, solo por el hecho de no tenerlos a la mano (en el museo, en el instituto, en las revistas, en los sitios de arte que encontraron en ese momento en el internet...).

Este error neurótico de declarar al Arte muerto (o a la pintura o a lo que se les ocurra), por que ya no los "sorprendemos", por que no los "asombramos", o por que ya no estamos "innovando" al mismo ritmo que el siglo pasado, solo es un mal entendimiento de los ritmos en los cuales se gesta la producción artísitica...

El arte es eso: Arte, no enchiladas.

El arte es un negocio bastante ingrato, es como una carrera de resistencia llena de baches... y cada vez el "mundito" en el que está inmerso se vuelve más hostil: A merced de curadores, galerías, críticos y circuitos, se convierte en un ejercicio de paciencia y tolerancia (por parte del productor de las piezas, por supuesto, no de los demás), donde lo que importa es donde expones, como se llama la expo, si esta bien el registro de las piezas, quién es tu curador, que crítico habla de ti, quién te compra, a quién frecuentas, como te vistes , que tipo de vino había en la inauguración y si tus invitaciones estaban bonitas o no...

Y la pieza?

cual pieza?

A momentos la pieza se vuelve lo de menos, no importa que el autor se tarde dos meses o diez minutos en pensarla y hacerla,
al final todo se reduce a eso, es una mercancía, un objeto cultural en un entorno comercial y desgastado, el árbol que cae en el bosque donde no hay nadie que lo vea o lo escuche caer...

De ahí la tentadora idea de llevar la producción a la calle, donde nadie te conoce y les vales madres, donde al final la pieza es lo único que importa, donde toma dimensiones insospechadas y puede ser suceptible de cualquier tipo de lectura y donde queda a merced de cualquier espectador...

Donde se vuelve aleatoria, como el arte mismo.