domingo, 12 de febrero de 2012

Los monstruos nacen de las flores.

Mis mostros son como los niños:
Inocentes, duros,
con el corazón de oro.
Simplifican nuestra vida,
devorando gente por la noche.
De día, sueñan con estrellas de colores.

Mis mostros son hermosos,
crueles, como el hambre,
y yo los cuido siempre cabalmente.
Los escucho y les platico,
les preparo algo de té verde,
mientras ven tv desde debajo de mi cama.

Somos amigos,
nunca he tenido que huir de ellos,
me son tan naturales como los días y las horas.
Ellos saben que un día
tendrán que matarme,
y lo harán lenta y servicialmente.

Sabiendo que en realidad
podrán al fin acunarme,
felizmente, en el dulce vientre de la tierra.
Así, me tornaré negra,
húmeda y extraña, tan tranquila.
Y dormiré segura, para siempre… jamás.