domingo, 30 de diciembre de 2018

Sobre arte y locura... y cajas de arena.

¡Danzón dedicado a Jorge Juanes y Jonathan Caudillo, de los profesores más luminosos con los que he tenido el honor de toparme en esta año!


INTRO  (a manera de aclaración y de medio disculpa).   

 La historia del arte frecuentemente se ha visto marcada por sistemas de poder hegemónicos occidentales –la gran historia del arte europeo-, que indican lo que “es el Gran Arte”, de lo que aparentemente no lo es[1]. En este texto se examinará, por medio del arte marginal y muy en específico el trabajo de Louis Wain, un co-relato que pone en entredicho la rigidización que propone esta mirada histórica antes mencionada.

Para apoyar la argumentación, se retoman las nociones de signo (Charles S. Peirce), símbolo (Charles S. Pierce y Gilbert Durand), aparato y dispositivo (Jean-Louis Déotte).

En cuanto al corpus de este ensayo, se analizarán algunas obras de dos etapas específicas de Wain: Las postales de su trabajo como ilustrador comercial y las imágenes  de la etapa de internamiento en el Centro de rehabilitación del Hospital Real de Bethlehem.


1.1 Sobre el Arte Marginal (o de cómo lo loco no quita lo artista)


El término Arte Marginal es acuñado en 1972 por Roger Cardinal y es trasladado al inglés desde el concepto de Art Brut que había sido concebido por el artista francés Jean Dubuffet para describir el arte creado fuera del perímetro establecido por los lineamientos de la cultura hegemónica.

Mientras que el término de Dubuffet era bastante acotado - su interés se dirigía especialmente hacia las manifestaciones artísticas llevadas a cabo por pacientes de hospitales psiquiátricos- el término Arte marginal incluye también a los artistas autodidactas o naïf, hayan estado o no internados en una institución psiquiátrica.

El artista marginal es por tanto aquel que desarrolla su labor creativa de manera periférica o externa a las instituciones artísticas establecidas, respondiendo a una fuerte motivación personal y haciendo uso muchas de las veces de materiales y técnicas inéditos. Una gran parte del arte marginal refleja estados mentales extremos, idiosincrasias particulares o elaborados mundos de fantasía y no se preocupa primordialmente de entenderse como un bien cultural comercializable.

Es, por tanto un arte que no está basado ni en la idea de innovación o estilos históricos, ni en búsquedas plásticas formales, ni en ser un bien de compra-venta. Busca ser un medio de reflexión personal y dialogar con la idea de representación de manera no-tradicional.


1.2 Sobre Louis Wain (el loco de los gatitos).


[2]
   

Artista de nacionalidad inglesa nacido en 1860, estudió en la West London School of Art, trabajó como docente e ilustrador especializado en temas animales.

A partir de los treinta años de edad y después de padecer la enfermedad crónica que llevaría a su esposa a la tumba, cae en una crisis depresiva, manifestando cambios de humor y alteraciones de conducta, por lo cual su familia decidió internarlo en un hospital mental estatal, en ese lugar se le diagnostica esquizofrenia y por intermediación del Primer Ministro de Inglaterra, se le traslada al Hospital Real de Bethlem. Ahí continuará su producción artística de manera libre y experimental.

Es importante recalcar aquí que la obra de Wain fue considerada un “arte menor”, por su carácter popular, hasta su recuperación por medio de los conceptos de Art brut y Arte marginal. No es hasta ese momento que a su producción se le puede dar un estatus de “Arte” y reconocerlo como una voz potente y atípica en cuanto a su visualidad.


1.3 El signo y el símbolo en el arte (de definiciones y explicaciones) .


    Para entender el trabajo de Wain y su valor como creador visual, podemos comenzar apoyándonos en los conceptos de signo y símbolo, propuestos por los autores Charles S. Peirce y Gilbert Durand.

Para Charles S. Pierce, autor semiótico,  el signo es  algo que está para alguien en lugar de otra cosa, su objeto, en algunos de sus aspectos, es decir una figura de mediación entre el sujeto y los diversos objetos o fenómenos del mundo que lo rodea. Esto es importante por que los signos nos permiten establecer significados consensuados en lo colectivo permitiendo la comunicación y la cultura.

Pero, matizaría Peirce, no todos los signos son idénticos ya que varían en significado e intención y esto permite que los lenguajes -verbales, paraverbales, sonoros, visuales- puedan tener riqueza y diferenciación. Así podemos referir que éste autor genera un modelo para entender tres niveles de relación entre el signo y el objeto de lo real: ícono, índice y símbolo. El autor sobre esto nos comenta:


… el signo o ícono esquemático, que muestra o analogía con el sujeto del discurso; el segundo es el índice que, como un pronombre demostrativo o relativo, obliga a la atención al objeto particular pretendido sin describirlo; el tercer (o símbolo) es el nombre general o descripción que significa su objeto por medio de una asociación de ideas o conexión habitual entre el nombre y el carácter significado. (Peirce 1958)[3]


Entonces, el ícono es un signo de semejanza fiel, es decir, busca ser lo más cercano posible al objeto que refiere, como puede ser el caso del dibujo de copia al natural o la pintura hiperrealista. El índice es una relación causa-efecto, como lo puede ser la técnica gráfica del frottage o el action painting, acá la cercanía con el objeto es menos “literal”, no hay una búsqueda de la representación retiniana.

Sobre el símbolo, apunta Peirce, hay una relación de arbitrariedad en cuanto al objeto, mediada por la convención social. Es un signo que no tiene una relación inmediata ni causal y por lo mismo, está relacionado con una parte muy pequeña del objeto de lo real, muestra de ello serían las representaciones de dios o los santos en la pintura religiosa del medioevo o la pintura monocromática de Yves Klein.

Propuesto así, pareciera ser cosa fácil, pero es donde vemos que los símbolos mutan y que contienen una mucho mayor ambigüedad que nos damos a la tarea de profundizar sobre el símbolo desde el campo de la hermenéutica.

El símbolo es importante por que su  nivel de representación no es explicativo o demostrativo, sino que pide la comprensión –como propone Wilhelm Dilthey[4]- de su contexto para poder ser descifrado por el receptor del mensaje y aún así, en el trabajo de desentrañarlo sabemos que este intento nunca podrá ser total o abarcador, sino sólo un acercamiento a un tipo de signo por demás evanescente y escurridizo.

Así, podemos en este momento integrar a Gilbert Durand. Este autor mantiene sobre el una cualidad de mediación entre la intuición y lo tangible, entre lo trascendente y lo mundano, entre lo sagrado y lo cotidiano. Sobre esto, en su texto La imaginación simbólica[5] sostiene:


…volvemos a nuestra comprobación inicial: la de que el símbolo, en su dinamismo instaurativo en busca del sentido, constituye el modelo mismo de la mediación entre lo Eterno en lo temporal. (Durand, 1968)


El símbolo es para Durand, un espacio de significación de todo aquello que no es literal o que es sumamente complejo, los símbolos son aproximaciones temporales y contextuales a fenómenos como la muerte, el amor, la libertad, que no tienen una sola manera de ser comprendidos por las colectividades.

También nos comenta que los símbolos son reiterativos, es decir, que no tienen una manera de representación fija y que por lo tanto, en las formas inagotables de la representación está su potencia:


…remite a un significado inefable e invisible, y por eso debe encarnar concretamente esta adecuación que se le evade, y hacerlo mediante el juego de las redundancias míticas, rituales, iconográficas. Que corrigen y completan inagotablemente la inadecuación. (Durand, 1968)


Y es justamente así que los símbolos y sobre todo los símbolos visuales inscriben un misterio al cual se puede acceder de manera integral mediante la imaginación, la intuición y la poética, ya que son justamente no comprobables, ni verificables por no pertenecer al campo de las ciencias de lo natural (Dilthey dixit).

Para Durand toda aquella imagen que se basa en la mera copia o una simple causa-efecto es entonces despojada de misterio y convertida en mero ejercicio de virtuosismo, un objeto con una muy reducida capacidad poética:


…acentúa el significante a tal punto que se desliza del ícono a una imagen muy naturalista, que pierde su sentido sagrado y se convierte en simple ornamento realista, en simple “objeto artístico” (Durand, 1968)


Entonces, entendemos que el símbolo es importante ya que en él recae la tarea de representar todo aquello que nos hace humanos en cuanto a nuestra capacidad imaginativa y en cuanto a nuestra potencia creativa.

Pero ¿qué pasa cuando el campo de lo simbólico se ve forzado a representarse ad nauseam de una manera fija, por una mirada que pretende hacerlo inmutable?


1.4 Sobre aparato y dispositivo ( tas viendo y no ves!) .


El filósofo e historiador, Jean-Louis Déotte, en el texto ¿Qué es un aparato estético?[6] propone dos conceptos para comprender el campo moderno de la estética y la relación entre arte y política: Aparato y dispositivo.

La noción de aparato surge con el teórico Walter Benjamín y es retomado por el autor para explicar como los medios de reproducción de las obras de arte generan un tipo específico de sensibilidad –cosmética- que hace época. Es decir, implican un cambio a la sensibilidad y al entendimiento y enmarca nuestra visión del mundo, sobre esto el autor comenta:

Son los aparatos que otorgan propiedad a las artes y les imponen su temporalidad, su definición de la sensibilidad común, así como de la singularidad cualquiera. Son ellos los que hacen época y no las artes. Esto implica acabar con la pretensión de establecer un conocimiento sobre la imagen, una semiología general de la imagen; como si pudiésemos, en efecto, comparar las pinturas de Lascaux y los dibujos de Magritte. Lo que importa, en este sentido, es el estudio de la imagen y del soporte, o bien de la superficie de inscripción. (Déotte, 2012)

        
Así el aparato es posibilidad, en el sentido de que genera entendimiento de la simultaneidad de tiempos y miradas y aporta flexibilidad a nuestra comprensión de la historia como un fenómeno multidimensional y multitemporal.

En cambio la noción de dispositivo, retomada por el autor desde la perspectiva de Foucault, implica una inconsciencia ya que genera una falsa sensación de eternización, es un entendido “naturalizado” que no cuestiona y no comprende que lo que experimenta es sólo una manera de representar el mundo ya que está inmerso en su propia época y esto hace que esta estética se tome como un “sentido común”, una sensibilidad y un entendimiento rigidizados que se explican, más que comprenderse, que interpretarse. Sobre esto el autor menciona:


Conservemos por el momento la idea de una relación entre las artes y los saberes (la estética teórica y la historiografia del arte para el museo). Los saberes y las artes están siempre configurados por los aparatos, por medio de dispositivos técnicos epocales…

Sabemos que el aparato tiene también como sentido la solemnidad, el adorno, etc. Es ridículo criticar la «estetización» de nuestro mundo. Cada época configura el fenómeno gracias a un aparato, transformándolo en digno de aparecer. Cada sociedad posee valores estéticos diferentes, dado que las singularidades dan lo mejor de ellas mismas al aparecer unas frente a otras dentro de la esfera pública. La moda siempre estuvo a la moda. (Déotte, 2012)


El aparato entonces es un momento en el devenir histórico que pareciera ser eterno, es decir, que se nos muestra como “la manera” de entender la estética de ese tiempo espacio. Esto es importante por que es el poder hegemónico de este tiempo y espacio definidos el que decide por medio de los aparatos, cual es la “mirada predominante”, todo lo que queda al margen puede ser tomado como una antigualla o un sinsentido.

Entendido esto podemos ver que es el poder el que define miradas y discursos privilegiados, manteniendo a todo no inscrito en sus parámetros como lo que no “vale la pena de tomarse en cuenta”. Todas las instancias político-culturales –museo moderno, galería- y sus definiciones –arte, artesanía- venidas por él son, por definición, partes de la articulación que lo sustentan y lo argumentan.

Pero es justamente en la reformulación de las maneras en las que se revelan los símbolos que podemos salir del paradigma del dispositivo, para entrar al campo del aparato donde la imagen, la poesía, se encargan de desmontar el control que el poder hegemónico trata de volver eterno.


1.5 Wain y los gatitos: del ícono al aparato (salto de tercer grado de complejidad con todo y caja de arena…)

    Egresado de la West London School of Arts, este artista encuentra su interés temático en la naturaleza, en el paisaje y en los animales, volviéndose artista independiente haciendo trabajos a comisión para revistas, periódicos, empresas de tarjetas postales y ferias agrícolas. Teniendo gran éxito logra posicionarse de manera cómoda en el campo de la ilustración comercial y alimenta la ilusión de, en un futuro, mantenerse haciéndose retratista de perros.

Es para el año de 1883, contrae nupcias con Emily Richardson que en poco tiempo cae enferma, presa de un cáncer que la llevaría a la tumba en tres años. Durante su convalecencia Wain la consuela usando a su gato como un personaje: le pone lentes y lo humaniza, haciéndola reír y hace bocetos del felino para mantenerla entretenida en su lecho. Estos dos sucesos que parecieran sin importancia, marcarán el futuro de Louis de manera decisiva.



Los bocetos del gato, sirven como base para su trabajo para el The Illustrated London News, teniendo gran aceptación por el público, pero este éxito se ve opacado en gran medida por la depresión y la ansiedad derivada del fallecimiento de Emily. Ya para 1900 Wain es un ilustrador renombrado y su producción es de más de 600 imágenes por año, estas están pensadas para aparecer en libros, revistas y postales. Lamentablemente para el año de 1920, debido a la guerra y a su poca gestión administrativa se encuentra en una situación de pobreza; esto aunado a un duelo mórbido por su esposa va debilitándolo mentalmente hasta un punto de quiebre donde se familia decide internarlo en el London’s Springfield Mental Hospital en 1924 y de ahí, por indicación del Primer Ministro Ramsay MacDonald se traslada al The Bethlem Royal Hospital.

Durante su estancia en estos hospitales, el autor sigue dibujando gatos, pero estos empiezan a convertirse en otra cosa más… Ya no son esos animales adorables y reconocibles a simple vista, empiezan a metamorfosearse en una suerte de felinos fractálicos que se descomponen en líneas y colores vibrantes, hasta dejarlos fuera de nuestro fácil reconocimiento.



En esta parte, es importante aclarar la importancia de Wain por dos razones que más adelante serán profundizadas:

1.     La búsqueda de Wain en cuanto a los gatos como un signo que muta de lo icónico a lo simbólico, disparándose en una exploración que en su etapa final no tiene un estilo de representación fija.

2.     La figura de Wain como arte de aparato, no sólo en cuanto al desmontaje del dispositivo del dibujo retiniano, sino en cuanto a el desmontaje de la figura del “Gran Arte” del poder hegemónico –recordemos que es un “ilustrador”, un “artista menor” que no será inserto en la historia del arte moderna, hasta su recuperación en la postmodernidad por la figura del Arte Marginal.



1.5 De sígnicos  gatitos-ícono a simbólicos felinos-fractal (o como la loca de la casa tenía razón después de todo).


Recordemos lo que planteaba Peirce en cuanto al signo como entidad mediadora entre el sujeto y el mundo, signo es ante todo representación y es en este sentido que construye nuestro mundo. Los signos son operaciones mentales que nos ayudan a comprender y comunicar todo lo que nos rodea, desde lo simple a lo complejo.

Recordemos también que no todos los signos son iguales y comunican en diversos niveles y es aquí donde Durand nos habla no sólo del símbolo como el signo humano por excelencia, sino de la imagen como una de las formas más socorridas en cuanto a esto.

En cuanto a la etapa de Wain como ilustrador comercial nos podemos dar cuenta de una mano sumamente hábil y una mente ingeniosa, ya que sus imágenes son atrayentes, bien realizadas y llamativas por la manera de representar a los animales, en especial a los gatos. Es importante aclarar que la representación animal –animalística- y muy en especial la representación animal antropomorfizada es desde muchos siglos atrás ya un tema de tratamiento común en el mundo y en occidente en específico; basta ver como ejemplo las pinturas de animales del barroco o flamenco o las miniaturas medievales para darnos cuenta de que la relación simbólica y pragmática entre el ser humano con el animal no es nada nuevo.





[9] y [10]


En este sentido la producción temprana de Louis es bastante tradicional en fondo y forma, no busca revelarnos nada nuevo en cuanto a lo ya anteriormente planteado en la historia del arte, y su manera de abordar la figura animal es completamente icónica, ya que persigue la copia reconocible del animal y los objetos de lo real. Es ante todo, una suerte de “curiosidad” que no busca más que satisfacer la intención de descubrir algo que uno no conoce a profundidad. Es un acercamiento pícaro pero superficial de la relación entre humano y animal. Aunado a esto es importante recalcar que el uso de animales domésticos en la obra primera de Wain apunta también a cierta relación de comodidad, ya que sus gatos son estos seres simpáticos, amigables, que nos producen ternura y/o asombro. No buscan producir ningún tipo de sensación que no sea liviana o juguetona.




Igualmente podemos discernir a los personajes en un fondo, un entorno claramente reconocible y que nos permite diferenciarlos: personaje y fondo no son parte de los mismo, sino elementos diferenciados en la imagen que nos informa de situaciones cotidianas y hasta de cierta manera cliché.

Los colores son representativos de los objetos a los cuales se refieren y esto también aporta de la intención retiniana de la imagen.

Radicalmente opuesto a esto podemos ver en las últimas etapas de Louis una representación del gato de manera simbólica, ya que se “parece” por muy poco a un gato común; no busca ser copia exacta, ni causa-efecto, busca reflejar una dimensión fuera de lo convencional.

En estas imágenes el personaje y el fondo se fusionan, siendo uno parte integral de otro, no busca la perspectiva, ni la representación visual de un espacio dado, solo ser un color que es parte del todo.

Los colores, por su parte, son fuertes y no son copia del animal real, de hecho todo el dibujo es a momentos mínimamente reconocible en cuanto a su representación de un gato y cambia de manera formal de un dibujo al otro, no dando lugar a una representación estandarizada.

Para profundizar en esto podemos citar otra vez a Durand:


Es por eso que una imagen simbólica necesita ser revivida sin cesar, casi como un trozo musical o un héroe teatral requiere de un “interprete”. Y el símbolo, amenazado, como toda imagen, por el regionalismo de la significación, corre peligro de transformarse en cada momento en lo que R. Alleau llama acertadamente un “sistema”, es decir, en una imagen que tiene ante todo una función de reconocimiento social, una segregación convencional. Podría decirse que se trata de un símbolo reducido a su potencia sociológica. Toda “convención”, aunque esté animada por las mejores intenciones de “defensa simbólica” es fatalmente dogmatica. (Durand, 1968)


La primera producción de Wain puede ser entendida entonces como un sistema, una convención que resulta signo, pero nunca símbolo en cuanto a la reducción de su potencia. No refleja la naturaleza ambigua y extraña del símbolo y por lo mismo, no nos ofrece nada distinto a lo que ya estamos acostumbrados a ver.

Por otro lado y apoyando esto antes planteado, tenemos la última parte de la producción del autor; estas representaciones de felinos que poco tienen del objeto real, pero si muchísimo del símbolo en cuanto a su carácter mutable y lejano.[12]

El felino es entonces para Wain símbolo de este animal que puede ser domesticado sin perder su capacidad de misterio e independencia y que es, ante todo, un animal que pareciera no terminar de ser “domesticado” del todo… Nos produce sensaciones más cercanas a la perplejidad y la conmoción.

Es el felino-fractal el que nos recuerda de la multiplicidad del símbolo y de la naturaleza, de las miles de millones de formas del animal en cuanto a signo y realidad tangible.



Y es, a su vez, un símbolo, ya que en sus representaciones no hay fórmula alguna, estos gatos se repiten una y otra vez sin ser siempre los mismos. En cada uno de los dibujos de esta etapa de Wain, se reformulan el color, las tensiones entre los elementos visuales, las formas. Pareciera que el autor mismo está consciente de la naturaleza mutable del símbolo y que, en consecuencia, sabe que una vez terminado ese dibujo su formulación tiene, inevitablemente que ser desplazada por otra.




1.6 De Louis como dispositivo en el mundo del Gran Arte-aparato (In your face, bitches!)


Es la parte primera y la final de la producción de este artista las que apuntan a su vez sobre la imagen como aparato y como dispositivo.

La parte inicial del trabajo de Wain no pasa de ser una manera estilística de moda de su tiempo, el dibujo, el uso del color, los temas no son nada que no encararan con menor o mayor destreza otros ilustradores -de ese momento o de siglos atrás-. Es decir, la imagen creada por Louis es resultado de una sensibilidad generada por su tiempo –y heredera de tradiciones estilísticas más antiguas, que, para el público receptor de sus postales e ilustraciones, probablemente quedara inadvertido.[14]
Así esta etapa puede decirse que suscribe de buena manera la idea de dispositivo, ya que no establece ninguna ruptura con la visualidad en boga y responde cabalmente a las convenciones estilísticas de su momento histórico.



En contraste, podemos decir que la última etapa de su producción es, en efecto, aparato, ya que establece claramente una ruptura clara a la convención estilísitica y genera una multiplicidad y una flexibilidad muy propia de su naturaleza simbólica. Acá el felino-fractal es parte de lo que después entenderemos como Arte marginal: Una nueva manera de entender la figura del autor y la producción artística.




CONCLUSIÓN (la última y nos vamos…) .

Podemos hablar entonces de que la etapa última de la producción de Wain, es en un sentido un conjunto de imágenes simbólicas que forman aparato y –en términos de Déotte) una cosmética; la cosmética del Arte marginal, que nos propone una manera perimetral de “hacer arte” y un co-relato a lo establecido por el régimen de poder hegemónico (ese Gran Arte que decide que es digno de ser considerado y que no). En Sobre la cosmética, Adolfo Vera, genera un glosario de términos en el libro de Déotte y nos comenta:

En tanto «configuraciones técnicas de lo que aparecer, los aparatos determinan un modo particular de legalidad. Por cosméticas, entonces, es necesario entender las distintas visiones de mundo, (Kosmos) que, en épocas y geografías específicas, poseen las comunidades, siempre en relación con modos de escritura, o superficies de inscripción, particulares. (como se cita en Déotte, 2012)

La visión de Louis y de los artistas marginales, es la de estar siempre periféricos y establecer una visión del mundo de la multiplicidad, del campo ambiguo de lo simbólico, de la pluralidad. Es, de alguna manera, que la periferia permite que el arte no sea “uno y único”, sino que sea un espacio donde la creación trasciende al sujeto y al contexto específicos. En Wain, como en otros tantos, lo importante es a final de cuentas la imagen, esa imagen que le abre las puertas a la fascinación y a lo sublime.

Los gatos-fractal de Louis, se “sostienen por si solos”, desde el momento en que los vemos: no hace falta conocer toda la obra del autor, o su trayectoria para poder intuir que hay algo ahí, magnético, potente, que nos atrapa. No buscan ser copias retinianas, o dibujos virtuosos –aunque lo sean de todas formas-. Hay en ellos, en su reformulación, una suerte de invocación a aquello que no puede nombrarse y que es, en palabras de Durand una repetición perfeccionante… merced a aproximaciones acumuladas.

Así podemos decir que el Arte marginal –ejemplificado por el caso visto en este texto- al ser marcadamente simbólico, puede des-pertificar, des-rigidizar, al campo del arte por medio de la ruptura del abuso de usos estilísticos gastados y reiterativos. Ya desde el momento en el cual el artista deja de preocuparse por el circuito de validación de su obra –museo moderno, galería- y se dedica a atender sus propias reflexiones, muchas veces desde el campo de lo no verbal, es cuando se puede lograr un desplazamiento en las formas petrificadas.

La figura del artista marginal es importante por que de entrada “no tiene nada que perder”, es decir, sabe de antemano que muy probablemente su trabajo no sea comprendido por su tiempo y espacio y es justamente en ese sentido que puede apostar sin miedo a su propuesta. La exploración así, se despoja de los “valores culturales tradicionales”[17] y se vuelve íntima, no sin seguir teniendo la resonancia simbólica que nos hace conectar con ella

Aunado a esto, los autores marginales, permiten trascender al dispositivo como visualidad formal naturalizada –sensación de eternización- y convertir a la imagen artística en aparato, desmontando los presupuestos –dogmas- del poder hegemónico en cuanto a los conceptos tanto de “arte”, como de “artista”.



FUENTES DE CONSULTA:


Anónimo (1890). Louis Wain at his drawing table. Fotografía. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Louis_Wain

Anónimo. (segundo cuarto del S.XIII). Bestiary; Folio #: fol. 051r. Miniatura. Recuperado de: https://artstor.blog/2013/09/27/the-blessing-of-the-animals-an-artstor-bestiary/bodleian_10310768108-2/

Charles S. Pierce. (1958). The Collected Papers of C. S. Peirce. E.U: Cambridge: Harvard.

Durand Gilbert. (1968). La imaginación simbólica. Buenos Aires: Amorrortu.

Déotte Jean-Louis. (2012). ¿Qué es un aparato estético?. Santiago de Chile: Metales pesados.

Kennedy Philip. (2016). Cute Cats and Psychedelia: The Tragic Life of Louis Wain. 2018, de http://illustrationchronicles.com Sitio web: http://illustrationchronicles.com/Cute-Cats-and-Psychedelia-The-Tragic-Life-of-Louis-Wain


Van Kessel F. (1690). La danza de las ratas. Pintura. Recuperado de:  https://imgflip.com/memetemplate/107623294/Dancing-Rats

Wain L. (1886). Shortears Began And Sung A Solo. Then All The Cats Joined And Sung The Chorus To Madame’s Satisfaction. Grabado. Recuperado de: http://illustrationchronicles.com/Cute-Cats-and-Psychedelia-The-Tragic-Life-of-Louis-Wain

Wain L. (S/A). Sin título. Dibujo. Recuperado de: https://www.samwoolfe.com/2013/08/louis-wains-art-before-and-after.html


Wain L. (S/F). Catching the boat. Postal. Recuperado de: https://www.samwoolfe.com/2013/08/louis-wains-art-before-and-after.html



Wain L. (S/A). Kaleidoscopic Cats VIII. Dibujo. Recuperado de: https://curiator.com/art/louis-wain/kaleidoscopic-cats-viii


[1] Esto en un sentido “Foucaultiano”: es decir historia un saber subordinado –episteme, o “verdad”- y un poder hegemónico como el discurso dominante en un tiempo y espacio específicos. (Este sentido deberá discutirse en otro texto, ya que su sustentación con el mundo del arte y los artistas es todo otro tema aparte, digno de ser profundizado).
[2] Anónimo (1890). Louis Wain at his drawing table. Fotografía. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Louis_Wain
[3] … the diagrammatic sign or icon, which exhibits a similarity or análogy to the subject of discourse; the second is the index, wich like a pronoun demonstrative or relative, forces the attention to the particular object intended without describing it; the third (or symbol) is the general name or description wich signifies its object by means of an association of ideas or habitual connection between the name and the carácter signified.  Charles S. Pierce. (1958: 1218). The Collected Papers of C. S. Peirce. E.U: Cambridge: Harvard.
[4] Dilthey es un autor representativo de la hermenéutica del siglo XIX. Su aporta más significativo fue el de dividir el conocimiento en campos de diferenciación interpretativa: por un lado menciona que hay Ciencias de la naturaleza, que necesitan explicarse, más que comprenderse, por ser comprobables y verificables –matemáticas, geología, biología- y por otro las Ciencias del espíritu, que necesitan comprenderse ya que implican compenetración con lo humano –filología, psicología, filosofía-.
[5] Durand Gilbert. (1968). La imaginación simbólica. Buenos Aires: Amorrortu.
[6] Déotte Jean-Louis. (2012). ¿Qué es un aparato estético?. Santiago de Chile: Metales pesados.
[7] Waine L. (1886). Shortears Began And Sung A Solo. Then All The Cats Joined And Sung The Chorus To Madame’s Satisfaction. Grabado. Recuperado de: http://illustrationchronicles.com/Cute-Cats-and-Psychedelia-The-Tragic-Life-of-Louis-Wain
[8] Waine L. (S/A). Sin título. Dibujo. Recuperado de: https://www.samwoolfe.com/2013/08/louis-wains-art-before-and-after.html
[9] Anónimo. (segundo cuarto del S.XIII). Bestiary; Folio #: fol. 051r. Miniatura. Recuperado de: https://artstor.blog/2013/09/27/the-blessing-of-the-animals-an-artstor-bestiary/bodleian_10310768108-2/

[10] Van Kessel F. (1690). La danza de las ratas. Pintura. Recuperado de:  https://imgflip.com/memetemplate/107623294/Dancing-Rats

[11] Wain L. (S/F). Catching the boat. Postal. Recuperado de: https://www.samwoolfe.com/2013/08/louis-wains-art-before-and-after.html
[12] en cuanto a lo retiniano.
[14] es en este sentido que también se sostiene la idea de la “curiosidad” como un descubrimiento personal de algo que YA existe en el mundo, pero no para el que la mira por primera vez.
[16] Wain L. (S/A). Kaleidoscopic Cats VIII. Dibujo. Recuperado de: https://curiator.com/art/louis-wain/kaleidoscopic-cats-viii
[17] la convención, por ejemplo.