jueves, 6 de diciembre de 2007

El signo nómada, como lanzar botellas al mar…con un papel adentro



El signo nómada, como lanzar botellas al mar…con un papel adentro

Por Ana Lilia Maciel Santoyo

Una importante línea de trabajo que ha tenido el arte de las últimas décadas se dirige hacia un esfuerzo por superar la barrera que separa al mundo de cada día y la producción mediática, con la esfera del mundo cotidiano, lo que permite impregnar la obra con lo que acontece a su alrededor, otorgándole significado y contenido según la circunstancias del encuentro. La mayoría de estas acciones-intervenciones consisten en trabajos públicamente visibles, generalmente en el espacio urbano, normalmente temporales, donde pierde importancia el reconocimiento de un genio creador , de un protagonista visible y con rostro, pues el sujeto de esta relación es el otro, la urbe, sus millones de anónimos. En este tipo de procesos artísticos somos convocados a dialogar con un autor ausente, invisible, y lo que trastoca el encuentro no lo vuelve un desencuentro, sino un hallazgo. Es una vía distinta para encontrar al otro.

La memoria antigua.
Un día cualquiera vas por la calle (una calle cualquiera también, igual de anónima que tú) y te detienes a esperar el microbús, el microbús no llega pronto, te recargas en la barda de piedra que está detrás, no sabes qué hacer con las manos y hurgas en los huecos de la piedra…y…sientes que hay un papel doblado…muy bien dobladito…¿quién dejó eso ahí?, ¡qué ociosidad!... lo sacas, lo abres,…¿qué es eso?... lo ves, y piensas si ese pequeño dibujo-mensaje es una señal de algo, un signo de algo para alguien, ¿ese alguien seré yo?. Parece un mensaje, parece un presagio, parece un conejo. ¿Será?..!no!…es mucha coincidencia…

Los dibujos voladores.
Paseando por algún parque en alguna colonia de la ciudad, alguna persona se percata de un pequeño globo atorado en un árbol, lo alcanza, lo baja, voltea a ver si aparece algún niño…no se ve ninguno, observa un papel enrollado dentro del globo…mmhhh!, si no es época de reyes magos, no es una cartita de un niño, ay… a poco es un mensaje ?, a ver que dice..¿será una coincidencia?. Noooo… es un dibujo. ¿Quién lo metería allí?.
Qué lástima…pensó que se iba a enterar de un secreto alucinado. No importa, sólo es un papel.

Estas anécdotas son ejemplos de acciones-intervenciones que ha realizado Jimena Padilla en el pasado; y la memoria que permanece de ellos no se encuentra en ningún catálogo, en ningún archivo artístico. Se encuentran en esta narración, que puede ser un cuento, un mito o tal vez se encuentran en algún lugar de la memoria de algún sujeto que encontró un dibujo; o regresaron al continuo anónimo de la ciudad, en medio de los millones de papeles que pululan por todos lados, en la basura o tirados en un rincón. ¿Y entonces que queda de la relación creador-espectador?, ¿acaso aquí no hay reconocimiento? No hay pretensión de reconocimiento, Jimena en este juego se asume como un creador sin rostro, y su espectador ideal es desconocido, pero no por eso menos importante.

Si el arte es el mas interesante de los juegos, es paradójica la idea de que está regulado por leyes que son estrictamente desconocidas, así como son la creación y la realidad. Y como toda realidad, se funde, desaparece para que sobrevivir en lo colectivo que es de todos y de nadie. Como asegura Pablo Fernández Christlieb

Fernández, Christlieb, P. , La Sociedad Mental, México, 2004, Anthropos, jugar es lo único que tenemos, lo demás nos ignora, nos traga o nos vomita.

En una ciudad de las proporciones del Distrito Federal, en medio de la densidad poblacional que la mueve y con la infinita complejidad de interacciones y encuentros con lo contingente que aparecen en cada esquina, en cada lugar, lo privado y lo público pierden sus fronteras, también el yo y el otro, lo personal y lo colectivo se diluyen, lo cercano y lo arcano se visitan. Visto así la dualidad no es un antagonismo, sino un continuo, y es mítica e inmemorial, rastreable por dondequiera. En los pares de esa realidad dual, cada término es el oxígeno del otro. Se tocan, se conocen, se fusionan, y lo nómada surge del confinamiento. Mafessoli
Mafessoli, M., Nomadismo. Vagabundeos iniciáticos, México, 2002, F.C.E. describe esta clase de nomadismo como un estado de sueño, un sueño pensamiento que es otra forma de ser-estar en el mundo y que propicia esos hallazgos, a través de una función temporal que permite que el sentido emerja en el juego del encuentro aleatorio.

De esta forma se hace posible, como pretendían los neoplatónicos renacentistas, “casar los mundos” esos mundos antagónicamente complementarios y así juntar el cielo con la tierra, actividad que es obsesión del hombre porque carece de lugar, carece de identidad, precisamente porque es libre, porque es anónimo, como el arte urbano. Este tipo de anonimato es uno de los puntos de interés de Jimena Padilla para reintegrar el arte a la ciudad, la ciudad como alma del mundo, nuestra alma, que es la morada de todos.

Pico Della Mirandola
Citado por Eugenio Trías en El Artista y la Ciudad, Barcelona, 1997, Anagrama. avanzó la revolucionaria idea del hombre sin identidad fija, sin límite ni lugar fijo en una época de confusión, cambios profundos y radicales parecida a la actual : nada menos que el Renacimiento; antes del pensamiento posmoderno y la era del tercer entorno tecnológico.
Para Pico el hombre no era celeste ni terreno, mortal ni inmortal. Él es el artífice de sí mismo, capaz, como el artista poiético de Platón, de configurar, construir todas las cosas, su mundo, su ciudad; y llegar a ser o perderse en el no ser, recogerse en el “uno” o diluirse en “muchas cosas”.
Por esta naturaleza propensa a la metamorfosis el artista no necesita ser un “personaje” específico, pues eso lo limita en su hacer, y pierde libertad. El tipo de artista de Pico Della Mirandola constituye la transcripción conceptual de una experiencia de alma y ciudad que en los años del renacimiento italiano, fue hermosamente esbozada, tal experiencia dio lugar a la figura del uomo universale y singulare , el alma que es todas las cosas, empeñada en construir, a su imagen y semejanza, una ciudad en donde la gente pudiera al fin encontrar algo así como una auténtica morada.

El Alma del Mundo era considerada el principio creativo que los artistas del Renacimiento intentaban transmitir en sus trabajos. Ellos entendían la imaginación y la creación como el poder mágico que puede “ atraer y transmitir las energías del anima mundi.” Esta idea de la creación artística como un sistema operativo para la magia está presente en el trabajo de Jimena Padilla y esta nuestra ciudad es el lugar idóneo para proyectar esta hermosa idea.

El Alma del Mundo no es una sustancia fija o definida, sino que es algo viviente hecho de los deseos, sueños, e ideas de la humanidad y de toda la colectividad. Este es el hogar de la memoria colectiva de la creación y de los mitos de la humanidad
El Renacimiento nos dejó grandes maravillas de arte y de imaginación. Pero fue un florecimiento de breve duración. Al poco tiempo, la Iglesia Ortodoxa restableció la separación entre materia y espíritu, al mismo tiempo que el desarrollo de la ciencia comenzó a mostrar el mundo material como una máquina cuyos trabajos incorpóreos podían ser racionalmente comprendidos y controlados por los seres humanos. El mundo mágico de misterio creativo infundido de Espíritu, se transformó en un sueño que pertenecía tan sólo a los poetas, a los laboratorios y escritos simbólicos de los alquimistas.

Contrariamente a los alquimistas que vivían en sus laboratorios, nosotros no necesitamos abandonar nuestra vida cotidiana -- la vida cotidiana es un balance necesario, y una protección tanto contra las extrañas y engañosas fantasías del mundo interno como de los monstruos de la razón. Pero sí debemos reconocer que hay un cierto trabajo que necesita ser realizado, y que no podemos continuar parados mirando de soslayo, viendo como nuestro sueño colectivo continúa prolongándose sin control. 
En la ciudad pretendemos aislarnos dentro de nuestro ser individual, separándonos de la magia de la vida. Sin embargo, una vez más, es tan sólo una visión provisional. Y los artistas urbanos como Jimena trabajan para recordárnoslo.

Otro punto de interés de Jimena se sitúa en la intersubjetividad aleatoria, esa que promueve la aparición de lo mágico o lo trágico, en un juego donde no hay coerción ni reglas específicas, pues no está condicionado por el contexto del arte, no hay galería ni museo, ni protagonistas; hay objetos y sujetos circulando en juegos múltiples. Como nómadas partículas en colisión., donde lo que menos importa es saber quién hizo la obra-imagen, sino lo que suscita en aquel que la encuentra: doblada, suspendida de un globo, esperándonos en algún rincón de la ciudad o guardada en una bolita de plástico rodando por la calle, como si fuera obra del destino.

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