domingo, 21 de octubre de 2012

Liebre I (contestación a un pobre diablo que no entendió a Beuys)



(imagen tomada de: http://newgottland.files.wordpress.com/2012/02/deadly_moon_hares_1280px.jpg?w=630&h=447)



No necesito morir para que me susurres al oído
Acerca del arte y sus secretos,
Te comprendo y sé que el ego del humano
poco sabe de las cosas naturales.

No necesita mi aliento detenerse,
Para poder ver, que aunque no lo creas,
Sigues encerrado dentro de esa caja blanca,
La que te paga las cuentas.

Soy una Liebre, lo sé todo.

Se de el movimiento lento de la tierra,
De los soles muertos que nos miran en la noche,
De mi madre la luna que desde el agua
Juega entretenida con tu frágil mente.

Se también del nacimiento y de la muerte,
De la caricia de la brisa en mi pelo,
Del cielo alto y de las nubes
Que derraman bendiciones en mi cuerpo.

Soy una liebre, lo sé todo.

Soy portadora de la llave
Que abre las puertas del reino
De la abundancia y de la sangre
Soy la que alimenta al universo.

Soy, al mismo tiempo, madre e hija
De las criaturas, del espacio y del tiempo.
Mi cuerpo es campo fértil y tumba
Para las batallas del futuro.

Soy una liebre, lo sé todo.

Sé de las lágrimas que se derraman
De las flores todas las mañanas.
De el olor del aire en el invierno
Donde duerme la esperanza.

Soy ante todo Liebre:
Liebre-carne, inicio de todo
Liebre-muerte, de mi misma.
El universo entero encerrado en mis venas.

Soy después de todo Liebre:
Liebre-magia, la del símbolo y el alquimista trasnochado,
Liebre-mártir, la de la comprobación de las causas y los efectos.
Eterna siempre, repitiéndome hasta el final de todo.

Donde el arte,
Donde la ciencia,
Donde tu dios o tu verdad se desvanecen.

Y solo queda.

Al fin.

Polvo de miles de millones de liebres muertas.

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